jueves, 1 de diciembre de 2016

TRON

Tron tiene el honor de ser la primera película hecha con ordenador, algo tan habitual hoy en día que es difícil darle valor solo por ello. Pero por ello precisamente le negaron el Oscar a los mejores efectos especiales, porque decían entonces que hacerlo por ordenador era hacer trampas...
Lo cierto es que Tron tuvo un discreto éxito en taquillas (a pesar de que yo recuerdo que funcionó bien). Recuerdo ir a verla al único cine Vistarama de la ciudad. Esas pantallas gigantes curvas, mas estrechas por el centro y anchas en sus extremos. La experiencia fue mágica y en el momento de las motos de luz te veías inmerso de tal modo que casi parecía una película 3D. Guardo un entrañable recuerdo de ese momento, casi salto del asiento de emoción.

Yo y mis amigos salimos contentos del cine y desde entonces esta película tiene un lugar especial en nuestros corazones. Independientemente de su calidad como tal.




Con los años la cinta ha adquirido un estatus de culto que era fácil de imaginar en aquel momento.
Al mismo tiempo, la película ha ido resultando más kicth y extraña con el paso de los años. Su argumento ya era difícil entonces, pues trataba de ordenadores, bytes, usuarios, memorias y programas. Algo que a los adolescentes como yo nos resultaba familiar gracias a los primeros ordenadores caseros que algunos ya teníamos o aspirábamos ha tener. Pero para la gran mayoría de público debió ser un sin sentido argumental. Así que para muchos jóvenes entender algo de su argumento era como ser participe de un imaginario selecto club, donde el resto de gente no tenía cabida.




A pesar de que parece enteramente hecha por ordenador, en realidad tiene muchos momentos donde los efectos son ópticos. Partes de la película se rodaron en blanco y negro para luego colorearlo a mano para crear ese efecto tecnológico tan impactante. Lo complicado fue compaginar ambas cosas, efectos por ordenador e imágenes reales. En aquel momento eso fue todo un desafío.




El inicio de la película, donde aparece la tienda de recreativos es un momento importante y carismático que los fans recuerdan con agrado, no en balde es un recurso recuperado años después en Tron Legacy (2010). A mi me hizo mucha ilusión adentrarme en la tienda otra vez, tantos años después. A mucha gente no les gusto esta secuela, a mi me encantó aunque cambiaría algunas cosas. Pero un consejo, es imposible entender la secuela sin entender esta. Mucho peor si ni siquiera se ha visto. Los guionistas pensaron en los fans de la primera y no contaron con el resto, se dan por hecho cosas que no se entienden si eres ajeno al Tron de 1982.
(por cierto vi esta hace poco y la verdad es que Jeff Bridges me parece casi hecho por ordenador, será porque la versión digital de este actor en Tron Legacy es fantástica).







Ese aspecto visual tan original he impactante fue su mayor baza, junto con los espectaculares efectos especiales, como las escenas de los juegos, tanto las famosas e icónicas motos de luz (tan carismáticas como lo es el sable láser para Star Wars), la batalla de discos o la batalla de pelota vasca, que pocos recuerdan. También los tanques y las naves en forma de U invertida (los detectores)...etc.





Siempre pensé que esta era un película que incluye todo lo necesario para convertirse en un gran vídeo juego, esta muy desaprovechada en este aspecto. Aún no han sido capaces de desarrollar algún juego que merezca la pena. La película lo da todo hecho en este aspecto.
Los primeros vídeo juegos y las máquinas recreativas estaban de moda en el momento del estreno y los jóvenes, si nos acercábamos a la informática, era gracias a estos juegos.



Aunque la película lleva el nombre de Tron, realmente el personaje principal es Flynn, detalle que nunca me convenció. Pero peor fue en la secuela. Tron, casi se puede decir que hace un cameo y nada más..., No lo entiendo.



La historia no es complicada, pero la forma de explicarlo es diferente, porque el contexto si es complicado:
Flynn es un programador de vídeo juegos y ha creado un puñado de ellos. Encom es una empresa del sector que se apodera ilegalmente de ellos y los comercializa sin permiso. Flynn sabe que en algún lugar del sistema informático de Encom deben quedar registros que podrían servir de prueba ante la ley, así que decide hackear el sistema para encontrarlo.
Al mismo tiempo, ese sistema informático esta controlado por el CCP (control Central de Programas, MCP en inglés), un sistema con la capacidad de aprender y que adquiere conciencia de si mismo. El CCP tomará el control del sistema y controlará y someterá a todos los programas que corren por él.


Dillinger es el responsable de Encom y el que mantiene contacto con el CCP. A través de él, el CCP descubre la intromisión de un nuevo programa llamado Tron, creado por uno de los trabajadores de la casa y que es totalmente independiente. Este programa será bloqueado y apresado por el CCP.

Por su parte Flynn intenta hackear el sistema pero se encuentra también con el CCP. Este conseguirá transportar físicamente a Flynn al mundo informático que plantea la película. Flynn y Tron se encontrarán presos del CCP y serán enviados a los vídeo juegos para morir (como si se tratase del circo romano), Curiosamente esos juegos son los inventados por Flynn. Aunque se salven, tendrán que vencer al CCP si no quieren morir.
Se plantea así dos mundos paralelos, el informático y el mundo real, el de los usuarios (o Programadores). Imaginate sentado ante tu ordenador intentando eliminar un virus o algún otro programa malicioso que se haya apoderado de tu Windows y al mismo tiempo, hacer lo mismo desde dentro de tu máquina.


La película necesitaba de nuevos efectos digitales para plasmar la diferencia entre un mundo y otro y lo consiguieron. A pesar de que ver este filme en un televisor convencional resulte hoy en día como poner un vídeo juego lleno de colorines. Esos efectos fueron sorprendentes en su momento, pero hoy sus diseños digitales se ven con una simpleza de serie barata de dibujos. Para los nuevos espectadores de esta aventura electrónica será difícil de ver, lo entiendo. Muchas películas no aguantan el paso de del tiempo, a nivel de efectos al menos.



Una pequeña obra maestra, que rompió moldes y se convirtió por derecho propio en una cinta de culto. Como todas las de culto necesita ser digerida y comprendida, para poder valorar en su justa medida sus virtudes.



FIN DE IMPRESIÓN




martes, 1 de noviembre de 2016

JUEGOS DE GUERRA

En 1983 la informática estaba aún en pañales. Los primeros ordenadores personales empezaban a salir al mercado y poco se podía hacer con ellos debido a sus limitadas capacidades. Para arrancar un simple juego (de esos tan simples que había entonces y por los que nos volvíamos locos) necesitabas conocer algunos comandos de Ms-Dos, el sistema operativo bajo el que trabajaban todos aquellos equipos caseros. Aún no existía Windows o en sus inicios aún no era un sistema operativo, solo un programa más. Algunos aún recordamos aquellos años y aquellas limitaciones y a pesar de ello eramos adolescentes enamorados de esas máquinas, seducidos por todas las posibilidades que parecían ofrecer y que sabíamos ofrecerían en el futuro. Un mundo nuevo con el que fantasear y del que muchos queríamos formar parte.
Juegos de Guerra aprovechó ese interés y esa novedad argumental que suponía la informática. Fue una película que nos fascinó a muchos en su momento y todos queríamos manejar la computadora como lo hace David, el personaje interpretado de forma sencilla y muy creíble por Matthew Broderych.


La película plantea de forma muy creíble varios conceptos al mismo tiempo. Primero el hecho de que las máquinas controlen nuestras decisiones. En ella se decide suprimir el factor humano por el control de la computadora WOPR, la cual tomará las decisiones en caso de conflicto nuclear, teniendo la potestad de lanzar misiles nucleares si lo cree necesario. Un tema recurrente (el de la guerra) y muy de moda en aquellos años ochenta. Sobre todo en Estados Unidos donde parecía existir una silenciosa psicosis ante una posible tercera guerra mundial, con Rusia como enemigo principal.




El personaje, David, somos todos los adolescentes de aquellos años, o al menos una mayoría. Una de las partes más interesantes del filme se encuentra en sus primeros minutos, cuando nos muestra ese dominio informático ante su computadora y las posibilidades que conlleva. Aunque David es ingenuo en su conocimiento y sin maldad alguna, de forma casual, contacta con el ordenador central del ejercito y comienza a jugar a un peligroso juego.


En este punto plantea un segundo concepto, algo que nadie se había planteado en los albores de los ochenta (o no lo habían planteado muy bien): la seguridad informática, ya que el personaje consigue acceder a la computadora del ejercito y descubrir el modo de entrar en ella, siempre pensando que estaba accediendo al servidor de una empresa de vídeo juegos, pero lo hace. De hecho el gobierno americano se preguntó si eso era factible en la realidad después del estreno de la película y descubrieron con sorpresa que si. Así que se puede decir que Juegos de Guerra cambió muchas cosas en torno a la seguridad en las redes informáticas.



El argumento continúa así: el ejercito detiene a David y lo apresa para interrogarlo, al mismo tiempo que descubren que la computadora esta jugando a un juego ficticio donde se enfrenta a una guerra mundial contra Rusia. Situación que pone en jaque al ejercito y gobierno de los Estados Unidos y que podría provocar un conflicto militar real.




Junto con el profesor Falken, creador del WOPR (el nombre en clave es Joshua para su creador y también para David, durante toda la película) intentarán detener el juego haciendo entrar en razón a la computadora de que el juego es inútil y no se puede ganar. Una referencia a la inutilidad de las guerras y estamos ante el tercer concepto que a modo de denuncia trata la película de forma muy convincente, sobre todo cuando la computadora termina el juego con la frase: "Un juego extraño este, la única forma de ganar es no jugar... ".
Me encanta...





Estamos ante un clásico del cine de los ochenta, una sencilla y al mismo tiempo gran película. Original en su planteamiento y en su guión, que sin necesidad de un gran presupuesto se convirtió en un éxito taquillero que muchos recordamos con una sonrisa en la cara.


domingo, 2 de octubre de 2016

LOS CAZAFANTASMAS

La propuesta de Ivan Reitman para 1984 fue esta genial comedia que con el paso del tiempo a ganado en prestigio y solera, como el buen vino. La película nunca aspiró a tanto y esa falta de pretensiones fue su mejor baza. Fue toda una sorpresa cuando se estrenó, acompañada de su pegadiza banda sonora a cargo de Ray Parker Jr. Canción que sonó hasta en la sopa, batiendo records de venta y alcanzando los primeros puestos de las listas. Del mismo modo, el famoso logotipo (entre otros detalles), se popularizo tanto, que se ha convertido en un icono de la cultura pop.

En su momento los efectos especiales pudieron ser su mayor baza pero, aunque se puede ver aún (lo que dice bastante al respecto), ya no lucen igual y en algunos momentos concretos (cuando los perritos- mostruo atraviesan el apartamento), pueden ser penosos vistos hoy en día.
Pero el hecho de que los efectos ya no sirvan como reclamo hace que las otras virtudes de la película salgan a relucir mejor.


Y diría que, al margen de un buen guión y una gran puesta en escena, lo mejor de todo son las interpretaciones de sus actores y la química perfecta que hay entre ellos. Los personajes están acertados en todo su recorrido, divertidos y con personalidad más que suficiente. Se nota que están cómodos en todo momento y esto siempre va en beneficio del resultado final.



Todo ello desemboca en innumerables escenas entrañables que han quedado para el recuerdo y que en muchos casos se han convertido en esas escenas famosas y muy recordadas que toda película clásica tiene. Estamos ante un clásico del cine moderno, sin duda. No explicaremos su argumento, muy conocido por todos. Pero recordaremos esas escenas míticas. Como la del inicio en la biblioteca y el espectro de torso entero, las escenas cómicas de Rick Moranis con Sigourney Weaver, las del test que protagoniza Bill Murray, la escena de "me ha moqueado", no podemos olvidarnos de la famosa frase "Who You Gonna Call?" (¿A quién vas a llamar?)...etc.




Todo ello a pesar de la vocación comercial del filme, una película para toda la familia que solo pretendía entretener un rato, pero consiguió bastante más. Sólo hay que buscar en internet un poco, para darse cuenta de la cantidad de entradas (como esta) y homenajes de todo tipo que celebran la película. El recuerdo esta muy vivo en todos aquellos que la vimos en su momento y es que los clásicos no nacen, se hacen...



No son de esas películas que te partes de reír todo el rato, más bien son de esas otras en las que mantienes una sonrisa inconsciente durante todo el visionado. Creo que esto último seduce aún más...
Al igual que se popularizó su logo (el fantasma bajo la señal de prohibido), también el coche que utilizan se ha convertido en uno de los vehículos más famosos de la historia del cine. El Ecto-1 (así lo llamaban) era una ambulancia Cadillac de 1959, tras las segunda parte de los Cazafantasmas (Cazafantasmas II de 1989), el coche quedó en tal mal estado que los actores convinieron restaurarlo. 





El muñeco de malvavisco gigante costo la friolera de 20.000 dolares y fue destruido totalmente. La escena de la creación del muñeco también es uno de los momentos más populares de la película y el muñeco es uno de los objetos de merchandaising del filme más vendidos.
Otra curiosidad es la del número de teléfono (empezaba por 555) que aparece en el anuncio en la película. Se trata de un número falso que se utiliza en muchas películas. Pero en el trailer promocional aparece un número real, si llamabas podías escuchar mensajes de los actores. El número recibió miles de llamadas.


La película consagró a casi todos sus actores, sobretodo a Bill Murray, Dan Aykroyd, Rick Moranis y Sigourney Weaver. El actor John Belushi tenía que ser uno de sus protagonista, pero debido a su fallecimiento tuvo que ser sustituido. Para homenajearlo le dieron a Moquete (el famoso fantasma verde que moquea a Bill Murray) su personalidad bromista y su afición por comer.


La imagen que despide la película, sus decorados, vestuario, artefactos, vehículos, actores y banda sonora son capaces de encandilar al más pintado, además de rodarse en el momento más adecuado y de la forma más acertada. Una conjunción de los astros que sólo sucede muy de vez en cuando, quizás los fantasmas tuviesen algo que ver en todo esto...


Terminamos nuestro homenaje a esta gran película, que desborda ingenio y simpatía y que transmite lo necesario para pasar un gran rato disfrutando de esta pequeña joya. No hacía falta más. 
La penosa nueva versión estrenada en 2016 no pasará a la historia igual.